Con qué facilidad se desechan los principios y se acusa a quienes mantienen posiciones contrarias de sostener “tamañas tonterías”.
El pasado lunes y martes el gobierno reactiva y usa la Agencia de Garantías de Depósitos, AGD, conculca los principios de libertad de expresión y los derechos al trabajo a la tranquilidad ciudadana, y sale un ejército de voceros a decir que “nada tienen que ver con la libertad de expresión”.
Las acciones de fuerza se cumplieron para incautar 195 empresas, para comprobar si son estas, propiedad de los hermanos William y Roberto Isaías, exbanqueros y de quienes un peritaje judicial, en juicios que llevan diez años se presume deudores del Estado por 661 millones de dólares y de ser corresponsables de la crisis bancaria de 1999.
Entre los negocios intervenidos hay tres canales de televisión privados, dos de señal abierta y dos radioemisoras. Se colocó un interventor de la AGD, con el cargo de vicepresidente de noticias y se anunció un cambio en la línea editorial, que será similar al que mantiene Ecuador TV, el canal estatal. Y hay quienes sostienen todavía que “nada tiene que ver con la libertad de expresión y de prensa”. Es más, la víspera, la intendenta del Guayas coloca sellos de clausura en las puertas de las radios Sucre y Cupido, en las que laboran 120 personas. Cumple una orden de clausura emitida por el Superintendente de Telecomunicaciones, quien arguye que el concesionario no ha renovado sus autorizaciones de frecuencias desde 2003 y que operaba bajo advertencia, una semana; precisamente la semana en que en Guayaquil, la ciudadanía participó de una marcha multitudinaria que exigió al gobierno mayor seguridad, marcha de la cual la radio Sucre se abanderó y coordinó con otra veintena de emisoras del Puerto Principal. Y la clausura ¿nada tiene que ver con la libertad de expresión?
Al día siguiente de las incautaciones, quienes se sienten perjudicados por la medida: gerentes y directores de TC Televisión, Gamavisión y Cablevisión, anuncian sendos planteamientos de declaratoria de inconstitucional a la medida del gobierno y la AGD; y, esa misma tarde la Asamblea Constituyente, convertida en Corte, emite el “mandato número 13” advertencia a los jueces: ningún alegato de las causas que se siguen contra los hermanos Isaías, ex propietarios de Filanbanco, y que tramita la AGD podrá ser conocida por un juez, bajo amenaza de destitución, y cualquier solicitud deberá ser archivada. A este mandato la Asamblea la ha denominado “blindaje”.
El blindaje ha dejado muy claro un desconocimiento a la administración de justicia. Convertida la Asamblea en Corte Constitucional, en Montecristi se echa al tacho los principios de: “Legítimo derecho a la defensa”, “presunción de inocencia” y del acatamiento al “debido proceso”. Y sin esos principios en vigencia ya no sólo está en riesgo el derecho a la información, sino elementales garantías a los Derechos Humanos. Además, con el archivo de los alegatos se deja vía libre para que los reclamos se catapulten a los tribunales internacionales, tanto de justicia como de garantías universales.
Acostumbrados como estamos, por el sensacionalismo amarillista que primero muestra públicamente, a descamisados o no, como culpables y luego el descargo de prueba se invierte y el acusado u ofendido debe demostrar su inocencia ya manchada; no alcanzamos a discernir la conculcación de principios y derechos. Y nos seguimos preguntando si se ha ofendido o no a la libertad de expresión.
En esta suerte de gobierno, que parece convencido que para empezar a administrar la cosa pública, primero requiere, él mismo, legislar y administrar justicia. Al concentrar sus acciones solamente está alimentando la lectura de totalitarismo, autoritarismo y prepotencia que ya le persigue, y, lo que es peor, la de imitación de un gobierno como el Hugo Chávez en Venezuela.
Con esos indicadores muy bien le pueden volver al mismo régimen, y con mayor fuerza, los significados de sus propias palabras ¡Tamañas tonterías! Y la que Correa espetara contra un joven ecuatoriano que buscaba hacerse escuchar a gritos en España: ¡Por idiotas como tú quedamos mal en el exterior!