Por qué la Selección no pudo sostener la victoria
La victoria parecía inminente cuando faltaban menos de cinco minutos para que culminara el encuentro en su fase de complemento. Cada segundo que pasaba se vivían en silencio y era el efecto de la baja temperatura y los rostros impávidos de los hinchas argentinos, a quienes hemos estado acostumbrados a observar ruidosos al extremo, inquietos y hasta eufóricos.
En el fútbol juegan solamente dos leyes que son propias a su naturaleza de contienda: cuando se tiene la pelota hay que dominarla para emprender el ataque y cuando es esquiva hay que organizar una defensa segura.
Los cuatro minutos adicionales, un regalo del arbitraje, fue el hondo respiro que necesitaban los argentinos que ya habían empezado a pifiar a sus jugadores, en una clara demostración de desconcierto.
Dos minutos para finalizar y Ecuador no puede manejar una de las dos leyes del fútbol: tener la pelota dominarla, demorar el juego; con toque en el medio campo y ni pensar en el ataque: Solo había que aguardar el decurso del tiempo… ese que suele volverse eterno cuando uno quiere que pase y tan fugaz cuando quisiera uno detenerlo.
Llegó el gol hacia el final, como ha ocurrido en otros compromisos que se definen así: con el peso de la tradición, del compromiso arbitral, con los errores de falta de juego en el medio y, claro, con la también naturaleza de la angustia, también propia de las contiendas.
La lección: los jugadores han recuperado la confianza, la de poder hacerlo si se proponen. Esa confianza que algunos comentaristas deportivos y otros que no lo son la pierdan, cada vez, que interpretan que un compromiso será difícil. Como el presentador de televisión, Carlos Vera, quien hace una semana le preguntaba al Tin Delgado, Qué hacer en Argentina para evitar una goleada; y hoy, en un empeño por resarcir su falta de tino, manifestaba que felicitaba el pundonor puesto por los jugadores, y que con eso estaría conforme aún y cuando hubiesen perdido con seis a cero.
El fútbol ecuatoriano ha adquirido un nivel muy alto y no es el mismo, lamentablemente, que el que no han alcanzado la política, los gobiernos ni la televisión ecuatoriana; Y ese es el único problema cuando se pretende mezclar el fútbol con la política y el pundonor de doce deportistas con la dignidad ecuatoriana.